Para las nuevas relaciones laborales un aspecto fundamental es la dignidad, sin ella sería incongruente hablar del desarrollo de las personas en ambientes productivos y de servicio que garanticen el respeto y el buen trato. Sin embargo, en la sociedad se siguen vulnerando aspectos fundamentales, y es una obligación categórica erradicar la violencia. La prevención y, fundamentalmente, la educación son cruciales para instalar un modelo que potencie la adecuación socioemocional y conductual para la satisfacción laboral.
Es cada vez más necesaria una cultura organizacional basada en valores y principios humanistas no afincados en términos tecnocráticos, ni tampoco basta con que solamente se maquille una oficina que recoja las denuncias sin saber el destino que estas van a tener.
Por cierto, contribuye a definir reglamentos que garanticen la debida protección de derechos y obligaciones en torno a las personas en situación de trabajo. Pero por sí solas las leyes no promueven la comunicación o el bien hacer; las relaciones horizontales y la cooperación basada en la educación son pilares fundamentales de la creatividad y la innovación en los equipos de trabajo, tal como lo indicaba Humberto Maturana.
Es interesante ver cómo hoy nuevas generaciones eligen el mejor lugar para desempeñarse y establecen un alto nivel de compromiso para su bienestar integral o, simplemente, se cambian rápido de cargos que no dan garantías del más básico respeto humano. Es siempre posible mejorar las relaciones laborales y organizacionales si existe un liderazgo integrativo y redárquico en quienes detentan cargos gerenciales y de relevancia institucional.
Pero seguimos aprendiendo tarde. La comprensión de las relaciones humanas y su bienestar, junto a la oferta mejores puestos de trabajo, son bajas, el peso tradicional de la norma punitiva y el exceso de control denota la desconfianza, por ello el debate coherente que facilite la felicidad laboral es imperioso para avanzar en mayores esfuerzos colectivos para la ética laboral y productiva.
Lamentablemente, para Karin Salgado lo anterior no fue posible, la Ley 21.643 surge para impedir que haya nuevas víctimas de acoso laboral, sexual y violencia en el trabajo, para lo cual se establecen protocolos de prevención.
El Estado de Chile debe otorgar ese resguardo a través de la aplicación de las leyes y de la promoción de la educación que proteja a los ciudadanos en un estado de derecho, lo que sin duda, va unido también con la seguridad en las calles, en los colegios, en los barrios y dentro de los hogares, para que las autoridades asuman que es una tarea sistémica que involucra a todos en la paz social, con planificación y, sobre todo, con la fuerza que otorga el derecho.
Ricardo Bocaz Sepúlveda, psicólogo, Vicerrector UDALBA
