Cada vez más mujeres asumen roles de liderazgo en la industria de la seguridad, donde deben equilibrar la gestión de equipos técnicos con el resguardo de sus propios hogares y familias.
En el mundo de la seguridad privada, cada vez son más las mujeres que asumieron roles clave en áreas operativas y técnicas, muchas veces liderando equipos conformados mayoritariamente por hombres. En paralelo a sus responsabilidades laborales, también deben enfrentar los desafíos cotidianos de la maternidad, aplicando en sus propios hogares las herramientas y conocimientos que utilizan a diario en su trabajo.
Instalación de alarmas, activación de protocolos de emergencia y respuesta rápida ante situaciones críticas forman parte de su rutina. Pero no solo en el entorno laboral. Varias de ellas han optado por instalar sistemas de seguridad en sus casas, motivadas por una preocupación constante: proteger a sus hijos cuando deben ausentarse.
Evelin Plaza, experta en seguridad en Verisure, vivió hace seis años una situación que gráfica bien esta realidad. Su hijo, que entonces tenía 14 años, estaba solo cuando escuchaba ruidos en el patio. Usó el botón de pánico del sistema instalado por su madre y logró activar el protocolo antes de que los intrusos ingresen. El intento de robo fue frustrado. “Fue clave que él supiera cómo actuar. Habíamos conversado antes sobre qué hacer en caso de que algo ocurriera”, recuerda.
Aunque los protocolos y tecnologías están diseñados para funcionar en cualquier contexto, el uso que se les da en el hogar tiene implicancias distintas. En estos casos, se trata de proteger a los propios hijos, muchas veces menores de edad, que deben aprender a identificar situaciones de riesgo y reaccionar con rapidez.
Para las trabajadoras del rubro, esto representa una doble carga. Por un lado, liderar en una industria donde la representación femenina aún es baja en cargos técnicos. Por otro, asegúrese de que sus propios entornos familiares estén preparados frente a una eventual amenaza.
En distintas empresas del sector, ya se observa una creciente presencia de mujeres en cargos de supervisión, coordinación y respuesta en terreno. Varias de ellas lideran equipos conformados casi en su totalidad por hombres. La experiencia no ha estado exenta de desafíos, especialmente en los primeros años. Ganarse el respeto del equipo, demostrar conocimiento técnico y tomar decisiones bajo presión son tareas que, en muchos casos, han debido realizarse en condiciones de exigencia adicional.
“Hay que estar bien preparado. No basta con saber la teoría, hay que demostrarlo en la práctica. Eso toma tiempo, pero el equipo lo reconoce”, comenta un trabajador con más de una década en el área operativa, que hoy lidera instalaciones en terreno.
Estas historias comparten un mismo eje: mujeres que se han abierto paso en un sector históricamente dominado por hombres y que, al mismo tiempo, han hecho de la seguridad parte de su vida cotidiana. No solo formen parte de protocolos o supervisen instalaciones; También enseñan a sus hijos cómo actuar en caso de una emergencia, adaptando ese conocimiento técnico a la realidad del hogar.
En contextos donde la confianza y la rapidez en la toma de decisiones son esenciales, su experiencia entrega una perspectiva valiosa. La seguridad ya no se entiende únicamente como una cuestión técnica, sino también como una forma de cuidado diario, dentro y fuera del trabajo.
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